Nunca me detuve en el análisis de vivir con capacidades distintas. Mucho menos, en pensar cuan accesible era el mundo para estas personas. De la mano de mi hijo, de cuatro años, comencé un camino lleno de lecciones, de alegrías y otras veces desencantos. Venciendo prejuicios y aplastando paradigmas.

jueves, 12 de mayo de 2011

Carta abierta a Ángela Bachiller






Cuando conocí la noticia de que concurrías a las elecciones municipales de Valladolid, postulada como concejala, quise en un instante ser Vallisoletano. Porque estoy seguro de que tú sí sabrías la diferencia entre el Estado y el Gobierno. Aunque no lo creas hay muchos gobernantes que han secuestrado todos los poderes y convertido en reino su gobierno. Estoy seguro de que no te asfixiarías en el poder, por el contrario lo utilizarías para los fines por los que fuiste elegida.




Estoy seguro de que en tu gestión no habría corrupción. A ti no te pueden doblegar hacia las prácticas que no sean éticas. Seguro también, cumplirías tus promesas; esas metas que una vez soñadas y enunciadas las debes conseguir, porqué trabajarías para ello, eso sí, a tu ritmo, en tu tempo. Tu no vas de incansable por la vida, no vas dando una imagen de hiperactiva, no.




Estoy seguro de que no harás presentaciones vacías en Power Point­­­­, solo necesitarás tu palabra y tu gesto. Porqué eres y serás autentica. También estoy seguro de que trabajarás por un municipio accesible a tus conciudadanos con capacidades distintas y, por supuesto, contra la discriminación e intolerancia en todas sus dimensiones.




Estoy seguro de todo lo bueno que sería para Valladolid tenerte como concejala. En la mirada de una persona con síndrome de Down se aprecia la transparencia y la belleza del alma, y en esa contemplación nada malo puede pasar. Estoy seguro porque la experiencia de cualquier contacto con una persona con síndrome de Down, es la bendición del universo.

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